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jueves, 27 de abril de 2017
Investigación Movimiento Indígena
Investigación en curso
lunes, 24 de abril de 2017
Prácticas, discursos y resistencias de los movimientos sociales en el contexto Colombiano
Prácticas, discursos y resistencias de los movimientos sociales en el contexto Colombiano
Abstract
La finalidad del siguiente artículo reflexivo consiste en comprender críticamente los procesos de emancipación provenientes de los movimientos sociales en el contexto colombiano, los cuales evidencias dinámicas como el despojo territorial, la violencia sistemática y las lógicas de sistema capitalista, en donde se gestan procesos de resistencia, luchas sociales, propuestas políticas alternas, prácticas y discursos que se focalizan en establecer condiciones en defensa del territorio, en particular se analizar el caso de los movimientos sociales en Colombia.
De esta forma, se pretenden desde el pensamiento crítico latinoamericano, analizar los procesos sociales, políticos y culturales que van en sentido contrario a tendencias como los modelos extractivistas, el fenómeno de la violencia en sus múltiples dimensiones para así comprender la concepción del territorio y el conflicto en los movimientos sociales. Igualmente, describir críticamente las condiciones de existencia que presentan los movimientos sociales en Colombia, buscando así la interrelación entre el pensamiento crítico latinoamericano y el enfoque decolonial en la interpretación del territorio y la cultura como un constructo constituyentes del movimiento social como movimiento político.
Para el desarrollo del artículo se recurre a la siguiente metodología: 1) Un abordaje extenso y analítico hemerográfico y bibliográfico de la literatura de los movimientos sociales, 2) Un análisis documental en torno al pensamiento crítico latinoamericano y 3) Los procesos de interrelación teóricos, conceptuales y metodológicos sobre los fenómenos de alteridad construidos desde Latinoamérica..
PALABRAS CLAVES: Pensamiento crítico, movimientos sociales latinoamericanos, Territorio y Cultura, prácticas y discursos, sistema – mundo capitalista.
Texto completo en :
Prácticas, discursos y resistencias de los movimientos sociales en el contexto Colombiano.
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En defensa de los líderes sociales en Colombia
Vivimos un momento crucial de la realidad colombiana, estamos intentando dar un paso hacia la construcción de la paz y la implementación de los acuerdos, una oportunidad que parece estar cada vez más alejada en su apuesta por ir superando nuestros problemas cotidianos, la crisis de valores y la falta de ética en los distintos espacios sociales del país.
Resulta complejo pensar un escenario de posconflicto cuando las comunidades, líderes y actores sociales son cada vez más vulnerables a la violencia, la persecución política y la criminalización de su vocación comunitaria y territorial. Tal como lo ha señalado el Instituto de Estudio para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), el año 2017 cerró con 170 líderes sociales y defensores de paz asesinados en el país y el 2018 no parece mejorar esta problemática
En efecto, esta situación compleja nos invita a reflexionar sobre qué pasa con la democracia, las instituciones y la responsabilidad del Estado y la ciudadanía en estos tiempos. No es posible concebir como “normal o natural” la muerte de cualquier ser humano, en estos casos líderes sociales y defensores de paz que a través de su voluntad política son los encargados de dinamizar localmente los espacios de deliberación política al interior de los grupos más vulnerables de la nación.
El conflicto de intereses en los territorios es uno de los aspectos que influye en este fenómeno social. El asesinato sistemático de líderes comunitarios no puede ser reconocido como un fenómeno ajeno a las problemáticas del gobierno. Es su responsabilidad garantizar las mínimas condiciones, oportunidades y elementos para ejercer el libre desarrollo del ejercicio político liderazgo comunal.
De otro lado, la influencia de los grupos de extrema derecha de la mano de actores ilegales (bandas criminales) ha sembrado una especie de terror generalizado sobre las comunidades en su apuesta por repensar la democracia más allá de la esfera oficial e institucional. Si bien a este gobierno se le reconoce la voluntad de sacar a flote un proceso de paz con la guerrilla de las Farc en medio de las contradicciones políticas, económicas, culturales y ambientales, también es necesario señalar su poca capacidad de garantizar un ambiente para ejercer el liderazgo, la movilización y la defensa de lo público al interior de los grupos más excluidos del país. No es raro para el centralismo capitalino y el imaginario de las élites este fenómeno tan dramáticos de silenciar las voces de lo que luchan por una Colombia distinta.
Sin embargo, la situación no mejora en este inicio de año, tan solo en dos meses van 30 líderes asesinados en el territorio nacional y no se logra vislumbrar un gesto de voluntad política para buscar los verdaderos culpables de estos hechos, nada nuevo cuando se conoce la forma de actuar en función de dilatar los procesos de verdad, justicia y reparación de la víctimas frente al gobierno nacional. Sería justo reconocerle al presidente Juan Manuel Santos su apuesta hacia la transición del posconflicto, pero también es necesario aclararle que la paz no puede ser pensada y ejecutada desde arriba, por medio del poder político de los grupos hegemónicos, por el contrario debe ser una praxis desde abajo y al servicio de todos los sectores sociales del país. Véase: El mapa de la vergüenza
El panorama político en estos tiempos no es muy alentador, dado que siguen la clase tradicional y politiquera están disputándose una pequeña parte del Estado, las mafias fortaleciendo su estrategia de financiar el maratón político en las regiones, el narcotráfico haciendo de las suyas. A su vez, la generación de un imaginario de polarización sobre la paz, el fantasma del “castrochavismo”, algo que no existe y la mentalidad ignorante de seguir apoyando a los mismos candidatos que desean repetir su posición en el gobierno.
En últimas, mientras continúa el asesinato sistemático contra los líderes sociales y la violación de los derechos humanos en los territorios, una parte considerable de la sociedad colombiana prefiere seguir apostándole a los proyectos personalistas e ideológicos de los candidatos. Es el momento de reflexionar cuál sería la apuesta por un proyecto de nación, uno que logre impulsar alternativas a las necesidades reales del país. Por su parte, las comunidades siguen padeciendo las secuelas del conflicto armado dentro de sus regiones, parece ser que Macondo está condenado a la estirpe de cien años de violencia y soledad.
Postscriptum: el pueblo venezolano está viviendo una de las situaciones más complejas de la historia de su país, es el momento para que la sociedad colombiana entienda, aprenda y reflexione que la xenofobia, el racismo y la violencia no es el camino adecuado. Es momento de que seamos solidarios, misericordiosos y justos con nuestros hermanos, por eso un apoyo a cada venezolano/a es un acto de fe en estos tiempos tan difíciles.
Los movimientos sociales y su alteridad política
Por José Javier Capera Figueroa (Rebelión)
Existen muchas opiniones sobre los movimientos sociales y su condición de antagonismo, unos consideran que poseen una mirada crítica sobre los partidos políticos, las instituciones públicas y los sindicatos. La concepción de lo político que ejercen los movimientos sobre las estructuras rígidas y las formas modernas de hacer la política, se convierte en la muestra de que el espíritu de los movimientos sociales debe transgredir toda lógica de descrédito político. Un ejemplo concreto lo menciona el Maestro Enrique Dussel cuando señala que la “representación de los partidos políticos y las ONG extranjeras son el reflejo de tener el dominio sobre los mismos, dicho dominio se refleja si tales movimientos sociales se articularan con algún partido, y llegan al punto de una asfixia estructural”. Véase: http://www.jornada.unam.mx/2016/03/12/opinion/014a1pol
En efecto, las dinámicas que emergen en el discurso y la praxis de la realidad social, han mostrado que el capital llega a un punto de trascendencia, y todo aquello que toca lo hace mercancía y funcional al servicio de los intereses de pequeños grupos políticos, gremios, sectores opulentos que responden al poder de gobierno del Estado en un determinado territorio.
Otra mirada que se refleja es el aire progresista que asumen los “nuevos” partidos políticos que en el fondo han querido disfrazarse de movimientos sociales, y no es para más la lógica mercantil de los partidos políticos se ha basado en cooptar los sindicatos, organizaciones civiles, sectores académicos, universidades entre otros, buscando re-producir una lógica tradicional de la política. Parte de la crisis se refleja en el fenómeno aleatorio de hacer que todo adquiera un valor de uso, y llevar a un segundo plano los problemas como la violencia, la pobreza, el narcotráfico, el racismo y el sexismo, fenómenos auténticos de estos tiempos.
El fuerte giro que se ha desencaminado en los movimientos sociales es la representación de que el poder del capital puede sobrepasar cualquier criterio o distinción política, económica y social. La involución se convierte en uno de los procesos de la sociedad global; acá se muestra que ciertos movimientos sociales han perdido su horizonte y han guiado sus pasos por la senda de un ejercicio delegado de poder a sectores sociales producto de la institucionalidad política.
Uno de los elementos que debe realizarse para que no siga reproduciéndose la mercantilización de los movimientos, considera Dussel, es “intentar que los movimientos sociales no pierdan los requerimientos del pueblo, y logren un ejercicio delegado del poder”, llegando al punto de que el pueblo es la única base del poder y cualquier autoridad debe delegar su función al servicio del mismo.
La acción que origina los movimientos sociales hace parte de la alteridad política, el asunto consiste en que el movimiento social no debe articularse con algún partido político por razones de subsistir. Por el contrario debe buscar ser autónomo y ganarse la legitimidad a través de su propuesta y praxis política en el escenario público, ya no es cuestión de fetichizar la política sino de convertirla en la base para servir al oprimido y la sociedad precaria en medio de la crisis civilizatoria.
La apuesta por una alteridad política es la iniciativa de construir diálogos, traducir los lenguajes populares en acciones cotidianas y luchar en función de un sentido común; lo común no implica un discurso simple, sino la razón de superar los vacíos y vicisitudes que cada sociedad tiene en su contexto contemporáneo.
En definitiva, la alteridad política es una lógica que busca superar el proyecto hegemónico, el lenguaje colonial y las prácticas racistas que se generan al interior de una cultura eurocéntrica, la cual se ha caracterizado por hacer de la política un ejercicio funcional a los partidos políticos y la forma de representación institucional que debe superar el poder de la burocracia y apropiarse del servicio a los más oprimidos y necesitados de estas tierras.
jueves, 20 de abril de 2017
Buenaventura
Buenaventura, territorio de paz y armonía
La historia política
que caracteriza la tierra de Petronio Álvarez tiene sus grandes paradojas desde
su construcción como municipio hasta su declaración como distrito especial
portuario, marítimo y fluvial. Partamos de reconocer que Buenaventura es el
principal puerto del país y al mismo tiempo es una de las zonas subsumidas en altos niveles de pobreza, corrupción y
violencia sólo por mencionar algunos casos, la realidad política de esta región
enfrenta dos lógicas sólo por mencionar algunas que siempre han estado en
contravía:
La primera,
consiste en la fuerte alianza entre la corrupción, la clase política
tradicional y los sectores empresariales que privatizaron la principal fuente
de empleo y producción en la zona, que es la empresa puertos de Colombia. Aquí,
se logra constatar como las estructuras rígidas que generan las élites “criollas” en el territorio se convierte
en uno de los factores que inciden en un panorama de abandono estatal,
violencia – estructural y prácticas políticas en función de los intereses del
capital y los monopolios económicos del territorio.
El segundo,
concretamente es la conexión entre los grupos paramilitares, las bandas criminales
y la guerrilla; organizaciones que
poseen autoridad sobre las zonas más
olvidadas de la región. Un aspecto central que muestra el panorama de
inestabilidad por parte de las instituciones y el terror que ejercen estos
sectores dedicados al crimen, el narcotráfico y el control sobre los distintos
espacios del puerto, mostrando un escenario de violencia, persecución e
inseguridad estructural.
A su vez, el
escenario de inseguridad/violencia que históricamente ha sufrido Buenaventura,
es resultado de todo un proceso de exclusión por parte de las estructuras del
Estado. Tal como sucedió cuando aparecieron las famosas “fronteras invisibles” y “casas
de pique” dichos sucesos hicieron que la prensa, los organismos, las
organizaciones sociales y los centros internacionales dedicados a la
protección/garantía de los DDHH, pusieran los ojos sobre la realidad –
estructural de terror, abandono y exclusión que vive el puerto más importante
del Estado Colombiano.
En el territorio
de las comunidades negras o afrocolombianas, se ha desarrollado y ejercido todo
un proceso de organización, solidaridad y defensa de la vida, la paz, la
tierra. Lo que ha puesto en jaque los intereses de las bandas criminales, las
cuales han golpeado de manera constante la estabilidad y convivencia del
porteño, el turista o cualquier ciudadano que desea conocer de forma concreta
la tierra del viche, el arrechón, la cocada y la marimba sin dejar el sabor o
alegría que caracteriza los habitantes del pacífico colombiano, lo que muestra
procesos de organización desde adentro en función de la construcción de otro
tipo de paz, armonía y convivencia desde abajo. Véase: http://josecaperafigueroa.blogspot.com.co/search/label/Buenaventura
Así pues, el vacío
estructural que presencia Buenaventura no aparece de repente, es producto de la
exclusión y la negación estructural frente a las diferentes organizaciones,
movimientos y grupos sociales que desean otro tipo de territorio, cultura y
condiciones para la región. Un ejemplo concreto fue el Paro Cívico que presenció por más de 20 días, su capacidad de
movilización social, la legitimidad por parte de los sectores más oprimidos y
la fuerza que tiene la organización comunitaria, la armonía y el
fortalecimiento del tejido social en el territorio.
En últimas, en este momento tan crucial que
presenciamos en la tierra de Macondo con un proceso de paz a medias, lento y cojeando,
pero no podemos echar a un lado la esperanza de paz, ojalá sea desde adentro y
con los de abajo, es decir, pensar un escenario de perdón, reconciliación y
construcción de paz implica superar los problemas de fondo que vive la nación,
no se trata de negociar con los grupos guerrilleros y permitir que las empresas
transnacionales entren a los territorios, lleguen a acuerdos con los caciques/gamonales en los
pueblos e impongan un tipo de modelo económico privatizador, crematístico y en
función de los intereses de sectores ajenos a las comunidades, lo que se
traduce en un atentado contra la soberanía, la vida, la tierra y los bienes
naturales que deberían estar al servicio de los grupos excluidos/oprimidos de
nuestra época, más no de los grandes monopolios, familias y sectores políticos
tradicionales que se han “adueñado”
de las diferentes regiones del país
Post-scriptum: 1) el gobierno nacional sigue apostándole a la paz no sabe para dónde va pero lo importante es la sustancia más no el contenido. 2) los sectores más reaccionarios y conservadores empiezan a intimidar las capitales a través de la creación de un escenario de violencia, tal como sucedió en Bogotá con el atentado del centro comercial. 3) La organización sindical Aspu aliada con la administración de turno de la Universidad del Tolima, promociona y legitima la masacre laboral que se avecina para este período – semestral.
Colombia: Un balance del Paro Cívico en Buenaventura
Texto completo en :TLAXCALATexto en :Nuevo Día
Los gritos siempre sonaron fuertes, la resistencia en las calles y la movilización de cientos de familias fue una de las piezas fundamentales para demostrarle a las élites, al gobierno y a los sectores tradicionales de que están hechos los ciudadanos de Buenaventura, la importancia de la región y lo vitales que son los procesos de organización comunitaria, ahora sólo queda seguir trabajando y tener esperanza que el acuerdo pactado entre el gobierno nacional y el comité del Paro Cívico será una “nueva” historia para las comunidades negras, el territorio, la tierra, el puerto y la calidad de vida que muchos desean que exista en la tierra de Petronio Álvarez.
El lema de “Buenaventura se respeta, carajo” nunca dejó de sonar, la unión de los artistas, cantantes, maestros, líderes sociales, pequeños empresarios, familias entre otros, fue la base para presionar de forma estratégica la postura antagónica del Gobierno Nacional frente a los intereses, necesidades y demandas reales de los bonaverenses, ahora el desafío es más grande consiste en poder canalizar esos aires, sentimientos e ideas por parte de las distintas organizaciones sociales y comunales, que de forma organizada construyeron una propuesta colectiva que demostraba las razones que traía consigo el paro que conmovió a distintos sectores nacionales e internacionales, al ver los atropellos por parte de la fuerza pública, la omisión, dilatación y en particular el sesgo que algunos medios de comunicación realizaron en los momentos más “calientes” que vivieron los habitantes del puerto.
En efecto, el Gobierno y los líderes pudieron construir una propuesta que fuera el primer paso para ir superando las problemáticas – estructurales que padece la región, dentro de lo pactado encontramos los siguientes puntos
- Una inversión de $ 1.5 billones por dos años.
- La creación de un patrimonio autónomo con recursos ordinarios y otros, los cuales tiene como finalidad establecer en un periodo de dos años, dar el servicio de agua las 24 horas del día.
- El financiamiento para la construcción de una ruta o plan maestro de alcantarillado.
- La construcción del nuevo hospital, el fortalecimiento del que existe y la visión de consolidar una ciudadela hospitalaria, para garantizar un bien público como lo representa el derecho a la salud.
- La remodelación del Estadio Marino Klinger entre otras obras, que hacen parte del pliego de peticiones que tendrán cabida dentro de la financiación- estructural en que confluyeron ambas partes.
Uno de los aspectos más importantes resulta ser la creación de un fondo especial destinado a la creación de proyectos locales, los cuales estén orientados a la defensa del territorio, la vida y la autodeterminación de las comunidades negras, un aspecto que será la base para poder contrarrestar la violencia – estructural, sistémica y el abandono estatal que vive por más de medio siglo el puerto más importante y querido del país.
En últimas, continúa el proceso de organización y reivindicación en Buenaventura, el reto más grande consiste en establecer un punto de resistencia frente a la corrupción y la masiva llegada de “políticos” que pretendan convertirse en los representantes, administradores y funcionarios que tienen la capacidad de controlar los aportes, los bienes y recursos que se obtuvieron producto de la lucha política por la defensa de la vida, el territorio y otro vivir en el puerto, la apuesta es inmensa y el camino lleno de turbulencia pero un aspecto de gran importancia que tiene la comunidad, el comité del Paro Cívico es demostrarle con hechos al Gobierno Nacional y la sociedad colombiana, que la unión, la organización, la reivindicación y la solidaridad son más fuertes que la violencia, la represión y la negación de la otra parte.
Ha sucedido en pleno siglo XXI, que un puerto de afrodescendientes, demuestra el valor de la unidad, la organización y la resistencia pacífica, pedagógica y comunitaria, la cual puede más que la lógica de la violencia, el desconocimiento político y la miopía social que utiliza cotidianamente el Estado contra los pueblos, su soberanía y su autodeterminación en los territorios, ahora si podemos cantar como lo ha entonado nuestra querida Leonor Gonzales Mina “Bello puerto de mar/Mi Buenaventura/Donde se aspira siempre la brisa pura / Siempre que siento penas en mi poblado/ miro tu lindo cielo y quedo aliviada/ Siempre que siento penas en mi poblado/ miro tu lindo cielo y quedo aliviada
Buenaventura se respeta, ¡Carajo! (II)
Los días siguen transcurriendo y no se ven resultados positivos, el gobierno del Presidente Santos, está padeciendo las primeras contradicciones de su política de Estado, la apuesta excesiva por el modelo neoliberal. Por eso, siguen los paros, las movilizaciones y las demandas todas muy dinámicas por parte de los Maestros, Camioneros, Indígenas, Afrodescendientes y cada una tiene aire de no parar por estos momentos.
La ineficaz acción del Gobierno Nacional por ofrecer elementos, alternativas y en el mayor de los casos soluciones a una realidad de abandono, violencia y despojo que históricamente ha presenciado Buenaventura, se convirtió en el problema más grande de las últimas administraciones que han gobernado el país por medio siglo, pensaríamos que el puerto más significativo de la nación sólo sirviera para los intereses de las transnacionales, sectores empresariales y grupos/familias tradicionales de la región
La resistencia política de los miembro del Comité del Paro Cívico, que lleva más de doce días en Buenaventura, está demostrando cuales son las estrategias, motivos y acciones que tiene el gobierno para burlar las demandas de los ciudadanos (levantarse de la mesa de negociación), y si fuera poco los mecanismos para mitigar cualquier tipo de movilización - pacífica que nazca al interior de las comunidades (el uso del ESMAD). Lo mismo que está sucediendo en Buenaventura, ha sido aplicado a los maestros, estudiantes, obreros, campesinos, indígenas, y cualquier sector que manifiesten o reivindiquen sus derechos políticos sobre la vida, el territorio y su propio desarrollo.
Sin embargo, la respuesta por parte del Gobierno Nacional es la misma de siempre: represión, militarización y violencia a través del uso legal del monopolio de la fuerza, bien lo podemos reconocer con la estrategia de criminalizar la protesta social, y recurrir a la presencia masiva de las fuerzas militares (policía, ejercito, marina) que tiene custodiado las partes estratégicas del puerto, permitiendo que continúe la entrada y salida de las mercancías. Por supuesto, las elites saben que si para la ciudad, se está paralizando el 80% de las importaciones de café el principal producto del país, y el 60% del total del comercio por vía marítima que se realiza en Colombia. Así pues, es inadmisible reconocer y aceptar que el puerto de mayor jerarquía del país tenga que vivir en condiciones de extrema pobreza, violencia, desempleo y niveles tan bajos de educación y calidad de vida.
Las fuertes movilizaciones, manifestaciones y acciones que han realizado los/as bonaverenses, ha dejado a más de uno con la boca abierta, en especial a esos que pensaban que ese “ tal para cívico no duraría más de dos días, es un paro de rebuscadores ” que fueron las declaraciones de la máxima autoridad de la ciudad (alcalde), una manera burda para desconocer la exigencia justa, crítica y propositiva que vienen realizado los ciudadanos a través de los representantes del comité del Paro Cívico, pero mientras unos llaman al diálogo el gobierno sigue usando la fuerza desbordada y brutal pasando por encima de los derechos humanos, la soberanía del territorio y las prácticas políticas de las comunidades. Véase: http://josecaperafigueroa.blogspot.mx/
Tal como lo manifiestan los miembros del comité, las acciones que dieron entrada al vandalismo, saqueo y desorden en la ciudad, se deben en gran parte a la estrategia del gobierno nacional orientada a desarticular, desestabilizar y crear una imagen negativa sobre la razón de ser del paro cívico. Ahora nacen las preguntas y todavía no existen respuestas concretas ¿Quién dio la orden de mandar al ESMAD (policía)? , ¿ Por qué el ESMAD no se ha ido del puerto? , ¿Cuáles son los motivos para NO declarar a Buenaventura zona de emergencia social – económica entre otras? y el último, cual es el juego y los intereses (mega-proyectos) que tiene el gobierno nacional con los bonaverenses y su territorio. Véase: https://www.youtube.com/watch?v=JhFNM5xCI0s
En últimas, las negociaciones no prosperan en la lógica que demanda la población del puerto, por supuesto, como podría avanzar si el gobierno llega con una agenda política impuesta por los intereses de los grandes empresarios, multinacionales y grupos políticos de la región, todo lo contrario, a las necesidades reales de las comunidades, mientras no exista un reconocimiento coherente frente a las demandas/motivos justos que demanda la ciudad: salud, educación, empleo, seguridad, cultura entre otras. Será muy complejo ver soluciones a corto y largo plazo, algo que sencillamente no merecen exigir sino que deberían existir por parte del Estado colombiano, por ello, internacionalmente manifestamos nuestro apoyo, asesoría, divulgación, reconocimiento y solidaridad con el Comité del Paro Cívico y la sociedad bonaverense, que merece una ciudad “ Para vivir con dignidad y en paz en el territorio” .
La ineficaz acción del Gobierno Nacional por ofrecer elementos, alternativas y en el mayor de los casos soluciones a una realidad de abandono, violencia y despojo que históricamente ha presenciado Buenaventura, se convirtió en el problema más grande de las últimas administraciones que han gobernado el país por medio siglo, pensaríamos que el puerto más significativo de la nación sólo sirviera para los intereses de las transnacionales, sectores empresariales y grupos/familias tradicionales de la región
La resistencia política de los miembro del Comité del Paro Cívico, que lleva más de doce días en Buenaventura, está demostrando cuales son las estrategias, motivos y acciones que tiene el gobierno para burlar las demandas de los ciudadanos (levantarse de la mesa de negociación), y si fuera poco los mecanismos para mitigar cualquier tipo de movilización - pacífica que nazca al interior de las comunidades (el uso del ESMAD). Lo mismo que está sucediendo en Buenaventura, ha sido aplicado a los maestros, estudiantes, obreros, campesinos, indígenas, y cualquier sector que manifiesten o reivindiquen sus derechos políticos sobre la vida, el territorio y su propio desarrollo.
Sin embargo, la respuesta por parte del Gobierno Nacional es la misma de siempre: represión, militarización y violencia a través del uso legal del monopolio de la fuerza, bien lo podemos reconocer con la estrategia de criminalizar la protesta social, y recurrir a la presencia masiva de las fuerzas militares (policía, ejercito, marina) que tiene custodiado las partes estratégicas del puerto, permitiendo que continúe la entrada y salida de las mercancías. Por supuesto, las elites saben que si para la ciudad, se está paralizando el 80% de las importaciones de café el principal producto del país, y el 60% del total del comercio por vía marítima que se realiza en Colombia. Así pues, es inadmisible reconocer y aceptar que el puerto de mayor jerarquía del país tenga que vivir en condiciones de extrema pobreza, violencia, desempleo y niveles tan bajos de educación y calidad de vida.
Las fuertes movilizaciones, manifestaciones y acciones que han realizado los/as bonaverenses, ha dejado a más de uno con la boca abierta, en especial a esos que pensaban que ese “ tal para cívico no duraría más de dos días, es un paro de rebuscadores ” que fueron las declaraciones de la máxima autoridad de la ciudad (alcalde), una manera burda para desconocer la exigencia justa, crítica y propositiva que vienen realizado los ciudadanos a través de los representantes del comité del Paro Cívico, pero mientras unos llaman al diálogo el gobierno sigue usando la fuerza desbordada y brutal pasando por encima de los derechos humanos, la soberanía del territorio y las prácticas políticas de las comunidades. Véase: http://josecaperafigueroa.blogspot.mx/
Tal como lo manifiestan los miembros del comité, las acciones que dieron entrada al vandalismo, saqueo y desorden en la ciudad, se deben en gran parte a la estrategia del gobierno nacional orientada a desarticular, desestabilizar y crear una imagen negativa sobre la razón de ser del paro cívico. Ahora nacen las preguntas y todavía no existen respuestas concretas ¿Quién dio la orden de mandar al ESMAD (policía)? , ¿ Por qué el ESMAD no se ha ido del puerto? , ¿Cuáles son los motivos para NO declarar a Buenaventura zona de emergencia social – económica entre otras? y el último, cual es el juego y los intereses (mega-proyectos) que tiene el gobierno nacional con los bonaverenses y su territorio. Véase: https://www.youtube.com/watch?v=JhFNM5xCI0s
En últimas, las negociaciones no prosperan en la lógica que demanda la población del puerto, por supuesto, como podría avanzar si el gobierno llega con una agenda política impuesta por los intereses de los grandes empresarios, multinacionales y grupos políticos de la región, todo lo contrario, a las necesidades reales de las comunidades, mientras no exista un reconocimiento coherente frente a las demandas/motivos justos que demanda la ciudad: salud, educación, empleo, seguridad, cultura entre otras. Será muy complejo ver soluciones a corto y largo plazo, algo que sencillamente no merecen exigir sino que deberían existir por parte del Estado colombiano, por ello, internacionalmente manifestamos nuestro apoyo, asesoría, divulgación, reconocimiento y solidaridad con el Comité del Paro Cívico y la sociedad bonaverense, que merece una ciudad “ Para vivir con dignidad y en paz en el territorio” .
Buenaventura se respeta, ¡carajo!
La situación política tan compleja que atraviesa el puerto más importante de Colombia es resultado del abandono estatal, la corrupción y las prácticas políticas tradicionales al interior del territorial. Además, es la muestra del desbordamiento de nuestra cultura política y en particular del juego de las élites económicas, políticas y culturales en el poder. Sí, esa que por más de medio siglo tiene subsumido al puerto en un estado de pobreza, violencia, desempleo, injusticia, masacres entre otras problemáticas, que constituyen la realidad de la tierra de nuestro querido “Petronio Álvarez”.
En Buenaventura ya se hizo común escuchar cada 4 años el discurso de alcaldes, concejales, disputados, ministros y hasta el mismo presidente haciendo promesas de toda índole. Una serie de ofrecimientos a medias y otros incumplidos totalmente desde que el plan pacifico sería “supuestamente” la alternativa política correcta para garantizar un mejor vivir a la tierra del arrecho, el viudo de pescado, el borojó y el chontaduro y muchas cosas más que constituyen la inmensidad del Pacífico colombiano.
Pero como lo sabemos, tarde que temprano toda esta lógica se llenaría de vicios, actos de corrupción, impunidad, clientelismo y todo lentamente iría para atrás, hasta llegar al punto de ver a distinto sectores sociales de izquierda, asociaciones de paleros, pescadores, volqueteros, consejos comunitarios, juntas de acción comunal, iglesias cristinas, sindicatos, es decir, más de 80 organizaciones unidas manifestando y demostrando que la unión hace la fuerza, aún más cuando viene desde los de abajo. Véase:
Una fuerte organización en forma de comités en los distintos barrios y llenos del sabor, la alegría, la solidaridad y la arrechera que caracteriza a los hombres y mujeres bonaverenses, se dio marcha sin parar, al Paro Cívico de carácter pacífico más importante en los últimos 40 años que se lograra presenciar en la tierra del currulao y la brisa del océano “mi bello puerto del mar mi Buenaventura”.
Una gran ola de ciudadanos comprometidos con la construcción de “otra” realidad política para el Puerto, hicieron uso de la protesta social y por medio de consignas como “el pueblo no se rinde carajo”, “agüita de lulo” y “Buenaventura se respeta carajo” logramos presenciar el temor que corre en las venas de la clase política tradicional de la región, un pueblo organizado, movilizándose y lleno de razones para exigir mejores condiciones de vida, un mejor sistema de salud, un tipo de educación pertinente, crítica y congruente con las necesidades del territorio, pero en especial los cambios de la cultura política que demanda y requiere las nuevas generaciones que nacimos, habitamos y convivimos en cada espacio de nuestra querida pero herida Buenaventura.
En estos momentos sale a relucir el cinismo del Alcalde que señala “ese paro cívico no dura más de dos días, es un paro de rebuscadores”. ¡Qué lástima ver cómo la máxima autoridad no apoya la organización de las familias, trabajadores, rebuscadores gente humilde que se levanta todo los días buscando un mejor vivir para puerto! Por el contrario, el debería ser la primera persona en estar marchando, apoyando y facilitando todos los medios para que los ciudadanos expresen sus inconformidades frente a este gobierno que los ha olvidado y pareciera que les viera la cara de ingenuos.
En últimas, lo sabemos mejor, aquellos que vivimos, nacimos y deseamos una ciudad distinta, aquí los responsables deben salir a flote empezando por el gobierno nacional y terminando con las distintas administraciones municipales, que ha incumplido el llamando plan de choque, pero ahora la ciudad demanda respuestas y soluciones concretas. Tal como lo señala, el lema del Comité del Paro Cívico “Para vivir con dignidad y en paz en el territorio”. Necesitamos una mejor cobertura en salud, educación, empleo, el fortalecimiento de la producción local, las garantías de participación política todo esto y más, sin dejar de soñar y vivir en ese Buenaventura, que desde pequeños nos golpeó con la brisa, nos bañaba el mar y nos acariciaba el sabor de la tierra en un ambiente de paz en las familias.
Racialización y estratificación social: violencia, despojo y hambruna. El caso de Buenaventura, Colombia
José Javier Capera Figueroa
Universidad Autónoma del Estado de México (UAMEx)
caperafigueroa@gmail.com
Ismael Cáceres-Correa
Pedagogía de la Praxis
ismacaceres@outlook.com
1. Introducción
La crisis civilizatoria es una realidad.No se puede obviar los fenómenos que afecta a todo el
mundo, desde luego a unos de diversa manera y a otros de forma distinta. Pero el punto de
enunciación consiste en pensar hasta donde llega el poder, la sevicia y la decadencia de
valores de esta sociedad. Es bien descrito por el maestro Bartra (1993) cuando menciona que
la crisis ambiental, energética, financiera y alimentaria es un flagelo que atenta contra lo
humano, es un estallido contra la condición humana, pero, sobre todo, es un agotamiento
de un modelo civilizatorio que cada vez galopa a la par de la crisis del capitalismo y lo más
radical de la crisis de la existencia humana.
Si bien, el declive económico, la acumulación del capital y la especulación de los
precios internacionales, son causales estructurales que alimentan la crisis. También es
conocido que la re-producción de modelos como el neoliberalismo, el desarrollismo y
post- fordismo son elementos que atentan contra lo público (Bauman 2007, 3).
Tal como lo asimila Bauman al considerar que la liquidez es sinónimo de la realidad social, del
vacío de lopolítico, lo público y de la incertidumbre en las relaciones sociales que se
manifiesta en el diario vivir, las calles, el transporte público, las relaciones amorosas y la
perfidia sobre la dignidad humana sin menospreciar la indiferencia contra la naturaleza.
En el caso de América Latina su historia marcada por la tragedia de los movimientos
revolucionarios, la burocratización del Estado, la fetichización de la democracia y el
populismo arrollador de los gobiernos de turno sumando a esto la incorporación del modelo
neoliberal, hace que se construya toda una historiografía en torno a las prácticas, discursos y
subjetividades que enuncian las comunidades, los pueblos y los territorios. Se asume un
pensamiento reflexivo sobre su realidad y se busca la manera de constituir procesos de
emancipación social (Figueroa 2015).
Se ha convertido en un punto de inflexión al momento de analizar problemáticas como la
autonomía de los territorios, la defensa sobre los bienes comunales, la lucha sobre lo público
y la resistencia contra la lógica de la privatización, especulación e implementación de
racionalidades de orden eurocéntrico y americano. Por ello, los movimientos sociales como
los indígenas, afrodescendientes, campesinos y populares han generado acciones colectivas
que se manifiestan en el escenario de lo público y se encaminan a la defensa de construir
otro de esos mundos posibles y distintos.
En el caso colombiano, considerando que su historia política ha estado marcada por una
larga secuenciación de violaciones, desapariciones forzadas y acciones que atenta contra
la vida y la autonomía de las comunidades; un ejemplo resulta ser Buenaventura. Este es un
espacio donde reina la “maldad”, esto según palabras mencionadas por Monseñor Héctor
Epalza Quintero1. Siendo así que dicha historia se ha reproducido de forma sistemática
generando exclusión, discriminación y pobreza sobre amplios sectores de la población
dentro del sistema político, un sistema basado en la lógica gamonalista y hacendataria de
la nación.
Del mismo modo lo describe el filósofocolombiano Guillermo Hoyos (2012) al mencionar que
los renovados esfuerzos por dialogar, para acordar la paz, han fracasado y fracasarán
mientras no se vuelva a los orígenes. La refutación de la sociedad a partir de las diferencias
culturales, regionales, de origen y de clase mediante acuerdos que incluyan a todos, si quiere
mediante políticas “populistas” incluyentes en ese acuerdo intercultural, constituye el
auténtico sentido de nación. Juan Luis Mejía como ministro de cultura llamó “diálogos para
fundar nación” dado que mientras no haya contrato fundacional se seguirá siendo “un
pueblo sin nación” (Hoyos 2012, 50).
En este sentido la finalidad de este artículo consiste en comprender críticamente los procesos
de resistencia, los discursos y las prácticas que se generan al interior de las comunidades de
Buenaventura, Colombia, y su relación con temas como el despojo territorial, la violencia
sistemática y las lógicas del sistema capitalista (Wallerstein 1995). Sistema en el cual se
producen acciones como la resistencia, la lucha social, la propuesta política alterna y los
discursos que se focalizan en la búsqueda del “Vivir Bien” que suscitan la población Afro de
esta región y que al interior de su voces manifiesta una realidad distinta a la crisis que viven
en la actualidad.
2. Buenaventura entre el ayer y el hoy
La realidad de violencia, despojo y hambruna en Buenaventura es latente. Ya caminar por las calles, hablar sobre política, debatir sobre la pobreza, la desigualdad y la exclusión se ha vuelto un tabú. Por supuesto el terror es cada vez más presente. Ya la generación de fronteras invisibles y en particular las acciones de masacrar y torturar a las víctimas son algo común de la criminalidad. En Buenaventura se manifiesta lo que Vega Cantor (2012) reconoce como una cultura del dinero fácil, una política del narco y una sociedad de la impunidad donde impera la utilidad por vivir, así sea necesario pasar por encima de quien sea necesario. Un panorama que refleja la inflexión más fuerte se encuentra al ser un proyecto fallido del capitalismo contemporáneo: una tierra que tiene todo por dar y por construir, un lugar que no tiene nada que envidiarle a las grandes ciudades en razón de sus condiciones geográficas, sus bienes comunales y sus fuentes materiales e inmateriales. En Buenaventura existen nichos por investigar, escribir y proponer, pero lástima que sólo sea el foco de inversión para generar programas asistencialistas y aplicar modelos hegemónicos que sólo reproducen la crisis de acumulación del capital, el abaratamiento de lo político y el vacío líquido de lo público. Es así que el ayer de Buenaventura constituía un imperativo por construir escenarios encaminados a hacer de la paz un imperativo moral. Tal como era conocido en el argot popular “tierra de Negros, tierra de felicidad” esta enunciación era una clara demostración del diálogo cultural y de la idiosincrasia afrodescendiente al buscar construir una política deliberativa, crítica y, en lo posible, necesaria para generar caminos de resolución a problemáticas como la corrupción, la politiquería, el clientelismo y el triángulo del Poder, el capital y la guerra que tanto ha pervivido y se reproduce en la cotidianidad de los sujetos del puerto.
Los espacios socio-políticos, las asociaciones culturales y los grupos políticos alternos han sido opacados por los grupillos de bandoleros, gamonales y hacendados de la región. No resulta comprensible fuera del capitalismo que, al ser Buenaventura el puerto de mayor comercialización en Colombia, sea una de las regiones en donde abunde y se atente con mayor fuerza la desigualdad social, la criminalidad y la violencia sistemática contra la vida, la paz y la dignidad de las comunidad. Un ejemplo de ello es el informe de Human Rights Watch2 en donde se señala que siguen siendo generalizadas las extorsiones por parte de grupos sucesores del paramilitarismo, los cuales surgieron tras un proceso oficial de desmovilización de organizaciones paramilitares de derecha implementado hace una década, que presentó graves falencias.
Los habitantes siguen expuestos al riesgo de sufrir ataques si cruzan ‘fronteras invisibles’ que separan los barrios disputados entre distintas bandas rivales. Los niños viven sujetos a la amenaza de ser reclutados y de sufrir violencia sexual, miles de personas han sido desplazadas y continúan ocurriendo secuestros y desapariciones con impunidad (Ferry 2015). Otro de los puntos que constituye la barbarie del capitalismo según Löwy (2001) es el desbordamiento de la crisis ambiental. Al ser un elemento de la crisis de la condición humana, dicha condición se articula con la pérdida de soberanía fluvial y portuaria que vive Buenaventura. La complejización del fenómeno llegó a ser vista a través de la propaganda mediática de la Alianza Pacífico cuando se considera que no existían condiciones materiales e inmateriales para hacer de Buenaventura la capital de dicha organización económica latinoamericana. No obstante, el despojo de cientos de comunidades pesqueras, familias y asociaciones fue una realidad. La lógica por imponer la expansión de la asociación portuaria era un hecho irreversible.La expansión fue masiva, el daño ambiental no tiene dimensiones mentales y las relaciones entre los grupos empresariales, el crimen organizado y la explotación humana se hicieron palpables al afectar el tejido social de las comunidades negras. Tal como manifiesta el Informe “Buenaventura ‘El despojo para la competitividad’”3.
Parte de esta crisis también se debe al deterioro que existe en la esfera de lo público, la crisis de valores y la decadencia del sistema político, un sistema que de manera tajante ha generado exclusión y miseria en todoel territorio nacional. En Colombia no se vive para vivir, se vive para sobrevivir. En el adagio popular arguyen que la necesidad ha llegado hasta el punto de vender la conciencia por un peso, mercantilizar la vida por poder y acosar el acoso por dinero. Del mismo modo la complejidad colombiana es una imagen consecutiva donde la democracia nunca ha sido un punto de importancia, sino un punto de hacer lo que el maestro Dussel (1988) denomina “sucursalera”: enajenada y sin sentido crítico. La política como acción humana es sólo un simple discurso, la banalidad del poder y la ausencia de valores dentro de lo público. Son aspectos que reflejan la colonización del mundo de la vida, la Modernidad capitalista y la colonialidad del poder, la vida y ser en las relaciones sociales (Dussel 1988; Grosfoguel 2006).
3. El hoy de Buenaventura
La complejidad de la crisis civilizatoria llega a todas las partes, no solo pasa en Buenaventura, también sucede en México, Estados Unidos, los países europeos y en los asiáticos. La connotación de un mundo globalizado económicamente pero in-conectado humanamente es una frágil realidad. Lo que sucede en África afecta de manera pauperizada las condiciones sociales, políticas y simbólicas de lo humano; pero la fría mentalidad y el sinsabor por pensar de forma distinta la crisis, hacen que los lazos afectivos y emocionales estén mediados por lo que algún día Marx (2005) llamó la fetichización y la mercantilización del todo. En la descripción utilizada por Fanon en su libro “Los condenados de la tierra”, publicado en1961, señala que el Tercer mundose descubre y se expresa a través de esa voz. Ya se sabe que no es homogéneo y que todavía se encuentran dentro de ese mundo pueblos sometidos, otros que han adquirido una falsa independencia, algunos que luchan por conquistar su soberanía y otros más, por último, que aunque han ganado la libertad plena viven bajo la amenaza de una agresión imperialista (Fanon 1999, 6). Dichas palabras se articulan con la violencia, la servidumbre y la pérdida de soberanía que vive el hoy de Buenaventura, un puerto lleno de la influencia politiquera y un lugar que popularmente se asocia al hecho de que mientras más pasa el tiempo es mayor la pobreza, crece la población y se deteriora abismalmente la calidad de vida de sus habitantes. Por ello la racionalidad del poder, la imposición de un régimen semi-colonial, las políticas de privatización y transnacionalización de los bienes comunales han sido acciones que han realizado los últimos Gobiernos, los grupillos políticos y las familias burguesas de la región. Es Buenaventura un espacio de acumulación del capital y de enajenación de la dignidad humana. Pero qué sucede con Buenaventura, la tierra del porteño, el arrechón, el viche y la salsa. Buenaventura es un espacio para la alegría, el sabor y la belleza de la gente del Pacifico, es una cultura digna de sus tradiciones afro y sobre todo un lugar de enunciación sobre la historia de comunidades negras víctimas del desarrollismo industrial y la ampliación de la sociedad portuaria. Todo esto con un telón de fondo de desplazamiento resultado de la lógica mercantilista de estos gobiernos de turno.
4. Epílogo
El hoy y el ahora de las comunidades negras de Buenaventura se identifican con una clara crisis institucional.La fuerte ola de violencia y la criminalización de la protesta hacen parte del repertorio que ejerce el poder político del momento. La marginalidad y la exclusión de las demandas que proponen los movimientos compone la postura adversa de los últimos Gobiernos, mismos Gobiernos que tienen como similitud la perspectivas del discurso neoliberal con el que justifican la imposición de Tratados de Libre Comercio que han sido establecidos en la mayoría de países de América Latina. Su lógica los presenta como la estrategia con la que se entraría en el Primer Mundo en razón de que se superarían siglos de aislamiento que habían mantenido a Colombia al margen de la modernización y el progreso. Con una lógica bastante primaria, propia de los economistas neoliberales, a rajatabla se impusieron y siguen imponiendo hoy los TLC (Vega 2015, 62). De esta manera las reformas neoliberales facilitaron los impactos en los territorios conllevando a la crisis ambiental, la pobreza y desigualdad social, pero, sobre todo, al despojo territorial de centenares de comunidades. Por ello es que el territorio colombiano cuando adopta los planes de ajustes estructurales facilita la incorporación del gran capital que en cierta forma genera exclusión en múltiples circunstancias donde la ciudadanía se encuentra inmersa en el abismo colosal de la incertidumbre y la pérdida de soberanía en la esfera de lo público. La crisis civilizatoria está cada vez tomando mayor fuerza. Ya no existen condiciones dignas para el trabajo, la vida y las relaciones en familia. Los vacíos del mundo que intentan llenar son muy grandes. Se necesitaráre-pensar, pero a través de la praxis, lo que es de suma importancia para la vida comunitaria.Las fechas expiran y la fuerza de lo humano es muy débil frente a la crisis ambiental que tanto afecta la cotidianidad. Buenaventura es un lugar de enunciación que busca de manera radical la emancipación, el reconocimiento de su alteridad y la emergencia de los territorios desde su propia condición para así construir otro de esos mundos posibles, necesarios y llenos del mayor sentido por lo humano; un lugar para la esperanza y la transformación del espacio, la desilusión, el racismo, el sexismo y la impotencia por un mejor mañana.+
Referencias
Bartra, Roger. 1993. “Salvajismo, civilización y modernidad: la etnografía frente al mito”.Alteridades 3(5): 35-50. Bauman, Zygmunt. 2007. Tiempos líquidos: vivir en una época de incertidumbre. Madrid: Siglo XXI. Fanon, Frantz. 1999. Los condenados de la tierra. México: Txalaparta. Ferry, Stephen. 2015. “Colombia: nuevos asesinatos y desapariciones en Buenaventura. El gobierno no ha logrado detener abusos de organizaciones criminales”. Human Rights Watch, 4 de marzo, sección Noticias. Recuperado de:https://www.hrw.org/es/news/2015/03/04/colombia-nuevos-asesinatos-y-desaparicionesen-buenaventurala-maldicion-del-puerto
“Ya son más de 20 años esperando que el agua llegue a nuestras casas” aunque parezca descabellado en Buenaventura tener por un día completo el “servicio” del agua es más que un privilegio se puede considerar como un milagro. Es parte de lo que se escucha decir al humilde habitante del puerto más importante de Colombia. Por supuesto, ya casi 8 días sin agua, gas y desconexión vial que permita el tránsito de gran parte de la mercancía que llega o sale del territorio colombiano, se estima que alrededor de un 80% de los productos que salen y entran a la tierra de macondo deben pasar indiscutiblemente por la tierra de Petronio Álvarez. Pareciera que la fuerte crisis política y de salud pública que vive Buenaventura, se asociara con la famosa teoría de la maldición de los “recursos” donde las regiones que poseen las condiciones espaciales, temporales, geográficas, paisajísticas, ambientales son las zonas que presentan mayores problemas asociados a la calidad de vida, defensa y autonomía por los territorios, y la búsqueda por garantizar una vida digna a cada ciudadano, aquí aparece la misma historia de siempre Buenaventura es una región que ha sido azotada por las bandas criminales, el paramilitarismo, las guerrillas y el narcotráfico, son alguno de los pequeños males que conserva la historia de los bonaverenses, y que ha sido utilizada reiteradamente desde afuera para señalar eso que llaman “Buenaventura” como otra parte de Colombia. En efecto, intentemos pensar sistémicamente esta problemática que llevan más de 25 años desde su origen hasta su transformación. Lo primero, que se debe reconocer es que la ganadora de todo esto es la corrupción en sus múltiples versiones (contratos, licitaciones, concesiones, administraciones, políticos, líderes sociales la mermelada, los planes de choque) esta serie de acciones – políticas cada vez han empeorado la situación del puerto, debido a que todo lo dejan a medias y los más perjudicados son los sectores más excluidos que constituyen la región. Al momento de analizar los ocho días sin agua, gas y acceso rudimentario en las vías, se puede reconocer que un derrumbe pudo con toda los planes de emergencia que ha diseñado las distintas administraciones por controlar situaciones de esta índole. Es decir, que tanto dinero que se invierte en el manejo de estas situaciones es un pretexto para canalizar los recursos que vienen del Gobierno Nacional, la Gobernación y los mismos impuestos del distrito de Buenaventura. Han sido históricamente distintas administraciones nacionales y locales que han intentado dar soluciones a la construcción de un acueducto eficiente, eficaz y congruente con las necesidades del puerto, sólo por mencionar unos: Plan cólera, Fondo Nórdico, el Plan Pacífico, el Plan Carrasquilla, los prestamos Infivalle y en esta último periodo el Plan de Choque auspiciado por la regalías que tanto adquieren de los bienes comunales que tiene la región. En donde todos señalan que el puerto más importante del pacífico colombiano vive en un mar de calamidades, al tener 7 enormes cuencas hidrográficas que pueden abastecer toda la zona y la inversión de más de $200.000 millones en el último periodo, al momento de mirar la situación cuenta con un sistema obsoleto/paupérrimo/arcaico de acueducto, donde es mejor sacar la manguera afuera de la casa que abrir la llave de la misma, al final es un milagro que salgo agua por algún lado. En conclusión, han sido los actos impunes dela corrupción, la relación de construir intermediarios para ir saldando los vacíos que tiene la comunidad, no sólo es el servicio del agua sino la luz, el gas, la seguridad, la salud, el empleo, la educación y la lista no para de contar. El tema consiste en que la dimensión de las problemáticas del puerto tiene un carácter insostenible, el mismo Presidente Santos ha manifestado su apoyo pero como es muy común de la cultura política “mucho tilín tilín y muy poco de paletas”, no sólo está pasado con el agua en Buenaventura, sino con el proceso de paz, aunque existe voluntad al momento de materializarse las propuestas/planes/acciones se quedan a medias las instituciones, los actores políticos y los mismo sectores sociales que deberían pensar ¿cómo hacemos para que puedan avanzar estas propuestas? Será que es otra de las “maldiciones” que tiene nuestra época ser corruptos y a medias que es lo peor. Véase: http://www.elespectador.com/opinion/jugando-concandela-columna-682953 ... Ni Hidropacífico que se ve como la crónica de una muerte anunciada (su liquidación total), ni las distintas alcaldías y actores del puerto (José Feliz Ocoró, Eliécer Arboleda Torres, Diego Perea, la Sociedad Portuaria de Buenaventura, la Gobernación, el Gobierno Nacional entre otros) que tiene un cargo de responsabilidad por lo que está viviendo el puerto, sus habitantes y las condiciones de vida que diariamente deben soportar, ahora esperemos la movilización de la ciudadanía y la construcción de propuestas colectivas que nazcan desde la región en búsqueda de pensar una mejor Buenaventura de todos y para todos.
LA OTRA MOCOA
Leer en el Nuevo Día
La “vaina” esta dura mencionaban los viejos y claro cuando miramos lo que está viviendo la realidad colombiana no paramos de sorprendernos. Pareciera que somos el país de las tragedias vamos desde los feminicidios (Yuliana y la funcionaria de la Universidad del Tolima sólo por mencionar algunos) hasta la avalancha ocurrida en Mocoa, esto deja mucho que pensar de nuestros tiempos. Desde cuando en la tierra de Macondo las cosas suceden y al pasar el tiempo se convierten cada vez en algo más natural. Ahora sí aplica el viejo dicho “cuando no es nuestro a quien le importa” por supuesto, es de reconocer que existen otros tipos de ciudadanos que muestran su solidaridad, manifiestan su indignación y llegan al punto de proponer alternativas para seguir el camino, si algo tenía claro José Arcadio era la mentalidad de echar Pa ´adelante frente a las circunstancias, tanto así que tuvo la valentía de crear Macondo y llevar a un plano de otra realidad a cada uno de sus habitantes. En efecto, la tragedia sucedida en Mocoa nos deja perplejos pero nos invita a pensar ¿cuáles fueron las circunstancias?, ¿por qué ahora Mocoa es el centro de atracción? Y ¿quiénes son los actores responsables de esta situación? Son grandes interrogantes que nos invitan a reflexionar sobre lo que existe “detrás” de esta fuerte realidad, que vive el pueblo de Mocoa, y en particular las familias que diariamente deben cargar con el recuerdo de ver a sus seres queridos- muertos y desconcertados por no saber qué pasará con sus proyectos, aún más algunos no han podido ser localizados lo que se convierte en una constante incertidumbre en sus corazones. La falta de planeación sistémica es la muestra del vacío estructural que posee el gobierno colombiano, desde hace mucho se sabe que el centralismo capitalino es una de las problemáticas más complejas de la democracia colombiana. Mientras actores/movimientos/ organización sociales y civiles reclaman mayor participación política y deliberación – argumentativa frente a las decisiones gubernamentales. La política de este gobierno se ha caracterizado por ver las regiones sólo como instrumentos de producción y canalización de recursos. Asimismo, las grandes instituciones/entidades/organismos (Fiscalía, Procuraduría, Defensoría del pueblo, Embajadas, Universidades pública – privadas, centros de investigación, Oenegés entre otros) se localizan en Bogotá, Medellín y Cali: las otras dos en menor medida. Haciendo que las regiones como el Pacífico, la Orinoquia, la Amazonia, la insular y el Caribe sufra los problemas de llevar una política de planificación territorial e institucional insuficiente frente a circunstancias como la que vive Mocoa. Bien lo menciona el Maestro Eduardo Aldana Valdez en su célebre libro “Planeación y estrategia. En Colombia: Universidad de los Andes. 2001” donde aporta elementos profundos para comprender la falta de eficacia que existe en las instituciones colombianas, y la necesidad de fomentar un proceso de modernización, en cada una de estas estructuras rígidas que con el paso del tiempo son conducentes a la concentración y obstaculización de los avances necesarios que merecen las regiones del país. Véase: https://ediciones.unibague.edu.co/index.php/galeriabibliografica/416/vi...
En conclusión, no debemos dejar que Mocoa se convierta en un simple centro de lastimas/donaciones/ ayudas humanitarias tal como paso con el terremoto de Armenia, este suceso debería ser la pauta para exigirle a las instituciones y el gobierno nacional transformaciones estructurales en todo los campos ( educativo, salud, seguridad pública, cultural, territorio, infraestructura) no se puede dejar pasar las cosas como sin la familias y las victimas no tuvieran sentido después de lo ocurrido, estamos obligados a mirar los obstáculos de pobreza, corrupción, violencia ( guerrillas, bandas criminales, paramilitares) que existen en la región de Mocoa, que como muchas sólo aparece cuando las regalías, sus bienes naturales y su cultura indígena es instrumento para mostrar la diversidad política y los axiomas constituciones de nuestra democracia colombiana. Ya han pasado ya 16 días cuando se conoció la tragedia: han llegado miles de ayudas por parte de organismos internacionales, gobiernos, sociedad civil e instituciones más ayudas necesitamos por supuesto, solidaridad y apoyo a este territorio pero debemos reconocer los obstáculos históricos de pobreza, centralismo e invisibilización que ha sufrido esta zona del país como ellos son muchos los que todavía viven la deuda de nuestra democracia cada vez más paradójica y llena de oportunidades para construir mejores instituciones congruentes con las demandas de los territorios, las comunidades y los procesos colectiva de los actores sociales. Tal como lo debería ser, si estamos pensando en una pedagogía para la paz y la construcción de la misma desde abajo y con los de abajo
martes, 18 de abril de 2017
La Tierra entre Indígenas y Campesinos
50 años de las luchas del “indio” Manuel Quintín Lame I
La historia continúa en medio de sus contradicciones. La ardua necesidad de justicia en una sociedad como la nuestra se convierte en el talón de Aquiles del diario vivir. Ahora el sueño de construir la paz es cada vez un reclamo, una necesidad y la consigna que demandan los distintos grupos sociales en Colombia. No es para menos si el peso de la violencia ha permeado los espacios, las realidades y la cotidianidad. Pareciera ser que la tierra de Macondo estuviera condenada a la estirpe de cien años de olvido, pobreza y exclusión, resultado de un proyecto impuesto por los mismo de siempre, más con sus distintas estrategias de explotación y dominación sobre los más oprimidos de nuestra época.
La lucha politica del “indio” Manuel Quintín Lame y su proceso de movilización, unidad y resistencia al interior de las comunidades indígenas lleva consigo el peso contundente de la violencia, el exterminio y la criminalización sistemática que ha realizado históricamente el Estado frente a los pueblos en sus distintos territorios. A su vez, ha sido reconocido como una figura de unidad, resistencia y reivindicación por parte de las organizaciones indígenas en su disputa por concebir un buen vivir entre la naturaleza y el ser humano, una oportunidad por construir la paz desde la cosmovisión de los pueblos, siendo una apuesta alterna por parte de los sectores excluidos de la sociedad colombiana.
En efecto, Manuel Quintín Lame en las últimas décadas se ha convertido en un sujeto de análisis para los distintos campos del conocimiento. Por supuesto, su trayectoria como líder de las rebeliones, las revueltas y la toma de tierras ha marcado sin lugar a dudas la importancia del movimiento indígena en el ámbito nacional. Luego de 50 años de su muerte sucedida el 7 de octubre de 1967, todavía su historia de vida sigue identificando un sinnúmero de experiencias encaminadas a la defensa por la vida, la tierra, el territorio y la autonomía de los pueblos en su diario vivir en donde la serenidad, la sabiduría y el diálogo de la cosmovisión refleja los saberes de “Moña” como era conocido popularmente en Ortega (Tolima) por los habitantes de este pueblo al final de su vida.
De esta manera, la importancia de las luchas del “indio” Quintín ha despertado rigurosos trabajos de investigación en su antes y después, luego de transcurrir cincuenta años de poner en el escenario público la emergencia de la primera guerrilla indígena en América Latina como ha sido considerado por algunos analistas. Es la muestra por comprender la complejidad de la violencia, la constitución de la causa indígena y la pertinencia de la construcción de paz desde las regiones como ha sido demostrado por los indígenas Nasa en el Sur del Tolima por más de 21 años, luego de haber firmado un acuerdo con las Farc- Ep. Véase: http://www.elpais.com.co/multimedia/videos/en-video-indigenas-nasa-del-tolima-firmaron-la-paz-con-las-farc-hace-20-anos.html
La praxis sociopolítica del más importante líder indígena del siglo XX nos permite conocer parte del origen del conflicto armado, siendo la raíz que impulsó a Quintín Lame en su denuncia sobre la concentración de la tierra, la invisibilización del indígena y la violencia contra las comunidades, lo que refleja el repertorio de aquellos tiempos realizados por los sectores hegemónicos. Igualmente, las acciones políticas por parte de las instituciones, las élites, los grupos tradicionales y el gamonalismo sobre los territorios ancestrales, son en la actualidad fenómenos vigentes que responden a las problemáticas del movimiento indígena frente a la institucionalidad. Véase: http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-41507530#
Así pues, la defensa de los resguardos, el fortalecimiento de los tejidos comunitarios y la organización de las comunidades fue parte del ejercicio político realizado a lo largo de su vida por el “indio” Quintín Lame, el cual, sin lugar a dudas, dejó una ruptura profunda destinada a esclarecer la problemática del terraje, el reconocimiento de los derechos indígenas y la consigna por construir un autogobierno que respondiera a las necesidades reales de los pueblos en sus respectivos procesos comunales dentro de los territorios. Véase: http://www.es.lapluma.net/index.php/luchas-y-resistencias/las-comunidades-en-resistencias/6564-las-quintiniadas-en-el-cauca.html
El sentido por la defensa de la raza fue un pilar que constituyó la identidad de Quintín Lame, lo que significó una disputa constante contra los grupos hegemónico, la persecución politica y la estigmatización por parte de los terratenientes, hacendatarios y políticos regionales desde el Cauca hasta el Tolima, una gran travesía que los indígenas asumieron como un elemento identitario que le permitió la legitimidad, el respaldo y el afecto por parte de las comunidades en su constante lucha política. Asimismo, su pensamiento ha sido resignificado por las organizaciones indígenas como un antecedente para seguir la lógica de la resistencia y la defensa de los territorio por medio de los resguardos y cabildos locales, seguramente la praxis transformativa y liberadora de Quintín Lame será por muchos años un bastión contrahegemónico que contribuirá a la reflexión y crítica sobre los sectores tradicionales que han intentado deslegitimar y negar la vigencia de la lucha indígena y su proyecto comunal de construcción de la paz desde los territorios y en función de una sociedad que respire, sienta y conviva en un buen vivir.
Postscriptum: la relevancia del pensamiento del “indio” Quintín Lame ha sido considerado como un campo de gran importancia en el mundo de las ciencias sociales y la investigación crítica, debido a la posibilidad de reconocer la complejidad y las dinámicas de los pueblos indígenas en Colombia frente a su reivindicación por una sociedad en paz y que respete la autonomía de las comunidades en los territorios, tal como se puede constatar en los siguientes textos:
Espinosa, M. (2009). La civilización Montés. La visión india y el trasegar de Manuel Quintín Lame en Colombia. Bogotá: Uniandes. Recuperado de: https://publicacionesfaciso.uniandes.edu.co/sip/data/pdf/La_civilizacion%20montes.pdf
Sandoval, E. (2008). La Guardia Indígena Nasa y el arte de la resistencia pacífica. Bogotá: Fundación Hemera. Recuperado de: http://imagobarcelona.org/txts/GUARDIA_INDIGENA_NASA.pdf
* Cantor, R. V. (2002). Gente muy rebelde: Indígenas, campesinos y protestas agrarias (Vol. 2). Ediciones Pensamiento Crítico. Recuperado de: http://www.lafulminante.com/articulos/30891368-Gente-muy-rebelde-2-Renan-Vega-Cantor.pdf
50 años de las luchas del “indio” Manuel Quintín Lame II
El trasegar político del “indo” Manuel Quintín Lame ha sido concebido como un referente en la lucha de los movimientos indígenas en América Latina, luego de 50 años cada vez toman más fuerza sus ideas en un escenario politizado, fragmentado y con diversas contradicciones como es claramente la sociedad colombiana, pareciera ser que la “democracia” desde cualquier adjetivo o calificativo demanda mayor atención en su mismo proceso de construcción y futura consolidación.
En efecto, los 50 años de luchas políticas, sociales y culturales ejercidas por Quintín Lame en territorios indígenas despertó inconformismos generalizados por parte de las comunidades en su proyecto de reivindicación y restructuración de lo que han denominado “nación” bien lo resalta el maestro Eduardo Sandoval Forero, cuando señala que parte del conflicto hecho violencia en su largo trayecto histórico responde principalmente a los vacíos que se han construido en cada uno de los escenarios en la tierra de Mancando, es decir, dicha invención de una sociedad moderna (colonial) caracterizada por no contemplar o legitimar realmente los pueblos indígenas, negros, campesinos, mujeres y demás grupos oprimidos de la incierta realidad política colombiana. Véase: http://viva.org.co/cajavirtual/svc0562/articulo09.html
La praxis trasformativa de aquella época proveniente de las vibraciones políticas del “indio” Quintín Lame, ha tomado fuerza al interior de las dinámicas del Movimiento Indígena Colombino, gran parte de sus organizaciones configuradas en niveles locales y nacionales, han tomado sus banderas de lucha como parte de los programas de resistencia local y de construcción de proyectos alternativos frente a la hidra venenosa del capitalismo extractivista, financiero y crematístico, el cual sin lugar a dudas, se ha caracterizado por el despojo a gran escala de tierras, saberes y tejidos comunitarios sobre los sectores subalternos de nuestra sociedad.
De forma concreta logramos apreciar, en lo descrito por Renán Vega Cantor “cualquier trabajador que se organice sindicalmente, cualquier comunidad indígena que defienda sus derechos, cualquier comunidad que pida mejores condiciones de infraestructura, serán vistas como reivindicaciones terroristas que deben ser reprimidas y este brazo armado ilegal que el gobierno dice que no existe, sigue operando azuzado por distintos sectores dominantes de este país, tanto políticos como económicos, lo significativo es que esos nuevos grupos paramilitares que son los viejos de siempre que nunca desaparecieron, se están entronizando en regiones de influencia de las Farc antiguamente que quedaron desocupados y que ellos están ocupando ahora y, por lo general, son regiones donde se generan grandes megaproyectos mineros, energéticos, hidroeléctricos y lo que se trata es de respaldar esas inversiones del capital trasnacional para asegurar el libre funcionamiento de la inversión extranjera”. Véase: http://www.pacocol.org/index.php/noticias/economia/1531-en-colombia-se-e...
En conclusión, la vigencia de lo manifestado por Quintín Lame toma fuerza en esta época, en donde la crisis de la democracia y de representación es cada vez más vigente, la necesidad de superar la fragmentación de una cultura construida sobre la estructura de un Estado violento, mafioso y estigmatizador de las luchas sociales, tal como viene sucediendo en el desarrollo de una política de extermino y violencia contra los pueblos indígenas que no tiene aires de parar por el momento, a su vez, las fuerzas “oscuras” de los grupos radicalizados y precursores del paramilitarismo, las bandas criminales y las estructuras de instituciones consumidas por la corrupción y la narco – política muestra el panorama que deben enfrentar por sobrevivir las comunidades indígenas en sus territorios ancestrales.
Véase: https://www.elespectador.com/noticias/elmundo/indigenas-y-afrodescendien...
Postscriptum: la necesidad de incorporar los pueblos indígenas a la construcción real de la Justicia Especial para la Paz, debe ser una necesidad sin lugar a dudas, es una lástima ver cómo se dilatan las bases del proceso de paz, aun cuando, salen a relucir las contradicciones de diferentes partes y lo más complejo se sigue alimentado la cultura de la violencia, la mentira y la zozobra por parte de las élites, las “izquierdas” divididas, la derecha negociando y encubriendo sus errores, y parte de la sociedad civil pendiente de la clasificación de la selección Colombia al mundial, sin dejar a un lado, que baje el precio de la cerveza para las festividades de diciembre.
La Tierra entre Indígenas y Campesios
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En el Nuevo Día
La larga historia colonial que carga la idiosincrasia de nuestros pueblos (América Latina, Asia, África y el Sur de Europa) no se puede dejar pasar. El fuerte peso que colgamos desde el camino de las herraduras hasta el impacto en el canal de Suez, conllevo a una profunda división que algunos teóricos como Immanuel Wallerstein han denominado en sus textos la lógica del sistema – mundo capitalista, donde se configuró las formas de explotación, dominación y colonialismo modernas, usadas entre los Estados – nacionales frente a las periferias.
Un proyecto que hacia 1840 en Colombia tenía gran aceptación por las elites dueñas de los territorios, por supuesto las mismas que se hicieron cargo de las instituciones coloniales (mina, mita, hacienda, comarca) generando relaciones de patronazgo, jornalerismo y comercialización de esclavos. Este fenómeno que lleva más de dos siglos no para de tomar forma, aunque en el fondo es el mismo problema de siempre “la bendita tierra”.
Bien lo narra William Ospina en novelas como: “el país de la canela”, “pa`que se acabe la vaina”, “el dibujo secreto de América Latina” entre otros. Todas dan pistas desde la narrativa – histórica de ese legado colonial que lleva nuestra cultural en términos políticos, las relaciones entre las familias (patriarcales), y si fuera poco los juegos de poder, que esos mismo de arriban comenten contra los de abajo.
En efecto, actores sociales/políticos como son los indígenas y campesinos han vivido el mismo panorama de explotación a gran escala pero desde distintas esferas. Empecemos por señalar que la violencia ha sido un instrumento utilizado por los grupos políticos contra los de abajo. Un ejemplo de este asunto, fue la extensa región que constituirá el Eje Cafetero colombiano, sería el espacio en disputa entre los colonos y los hacendados por imponer un proyecto donde el café, la explotación del oro y la construcción de haciendas eran el objetivo político de la época.
Posteriormente, la mentalidad del colonizador tomaría fuerza cuando hicieron uso de las instituciones (iglesia, familia, estado), llevando a cabo todo un proceso de apropiación – indebida de tierras, educación conservadora para las familias, la construcción de un imaginario de inferioridad. Era evidente la condición de oprimidos que vivieron los indígenas, negros y campesinos en aquel entonces, donde era más factible tener un gramo de oro, de canela para lograr incidir en los asuntos políticos de aquellos tiempos.
En estos momentos, estamos presenciando un fenómeno más complejo indígenas y campesinos luchando por la apropiación de las tierras, y la configuración de un pensamiento sobre y para el territorio. La semana pasada la Corte Constitucional emitido una sentencia que pone en jaque parte del problema de la distribución “equitativa” de la tierra en el país, teniendo como referencia la improductividad de la misma, debido a los latifundios y minifundios que son propiedad privada de familias, grupos y sectores políticos hegemónicos en las regiones. Véase: http://lasillavacia.com/historia/la-corte-zanja-la-pelea-por-la-tierra-entre-indigenas-y-campesinos-60562
Este panorama ha generado grandes divisiones entre estos sectores oprimidos (indígena, afro, campesino). Lo que muestra la poca visión de un proyecto alterno por parte del gobierno nacional. La lógica política de este gobierno de mano de las elites, grupos políticos y familias aristocráticas ha sido el uso y desuso de indígenas y campesinos en su proyecto colonial, expansivo y colonizador (el conflicto armado).
Bien sabemos lo que sucedió en la época del gobierno de Uribe I-II, que financio grupos de seguridad privada en todo la región de Antioquia esos que tenían como finalidad ofrecer “seguridad” para las tierras de los hacendados en dicha región, lo paradójico de este asunto, es que sin pensarlo tomaría fuerza en zonas como el Caribe, el Pacifico, la Amazonia entre otras, y sin dejar a un lado las secuelas que miles de familias les ha tocado vivir.
En ultimas, la disputa por la tierra que viven en estos momentos indígenas y campesinos debe ser un tema central para el “post- acuerdo” que presencia la realidad política colombiana. No debemos pensar por aislado los temas de interés nacionales, es decir, aunque se intente dar por culminado el silencio de los fusiles. Todavía estamos inmersos en fenómenos profundos que merecen ser tocados/reflexionados/ analizados desde los acuerdos de paz en las regiones. Debemos reconocer que el centralismo político – capitalino no debe continuar con su idea colonial de llevar la paz a esas zonas, por el contrario, es el espacio para que las regiones desde sus actores pensando de adentro para afuera logremos construir una paz estable, duradera, necesaria y justa para la tierra de macondo.
Post-scriptum: La política reformista del rector de la Universidad del Tolima sigue tomando fuerza al interior de la institución. Pareciera que cierta parte de los “huelguistas”, profesores, estudiantes y funcionarios están asumiendo un estado de pasividad. Desde cuando el silencio bastante parecido a la estupidez de ASPU- UT, parafraseando al Maestro Eduardo Galeano, les ha llegado a la cima de la cabeza, hace mucho que ciertos sindicados han perdido su razón de ser y han pasado a convertirse en estructuras burocráticas/ clientelares de las respectiva administración de turno. Nos queda claro la posición de “izquierda” que tienen en estos momentos la organización sindical de la Universidad del Tolima - ¡carajo! Respeto por la comunidad académica y estudiantil que exigimos una universidad diferente al servicio de los sectores más oprimidos de nuestra época.
UNA APROXIMACIÓN A LA HISTORIA ORAL DEL MOVIMIENTO INDÍGENA DEL TOLIMA: Entrevista con la Gobernadora del cabildo indígena Debóra Carrillo
Texto Completo.Revista CoPal No 3 Marzo 2017
Resumen
La finalidad del presente artículo consiste en comprender los aportes históricos inmersos en la oralidad del Movimiento Indígena del Tolima, para así analizar dos procesos fundamentales: el primero tiene que ver con la figura del “Indio” Manuel Quintín Lame, y el segundo con la constitución del movimiento indígena y su correspondencia con el pensamiento decolonial. Parte de estos procesos se encuentran presentes en la entrevista ofrecida por la Gobernadora Débora Molina del cabildo el Chorrillo en Ortega, Tolima.De esta forma se busca la relación conceptual entre la historia oral y el Movimiento Indígena del Tolima. Para el desarrollo del artículo se procede con la siguiente metodología: 1) Un abordaje hemerográfico y bibliográficosobre la historia oral y el pensamiento decolonial; 2) Un análisis documental en torno al movimiento Indígena del Tolima; y 3) la realización de una entrevista a profundidad con previa contextualización. El resultado quese encontró es el fuerte arraigo que tienen las comunidades indígenas con el pensamiento de Manuel Quintín Lame y sus procesos políticos, que tienen como eje el fortalecimiento del movimiento indígena en la región. The purpose of this article is to understand the historical contributions immersed in the orality of the Indigenous Movement of Tolima. Thus to analyze two fundamental processes: The first has to do with the figure of the “Indian” Manuel Quintín Lame, and the second with the Constitution of the indigenous movement and its correspondence with decolonial thinking. Part of these processes are present in the interview offered by Governor Débora Molina of the Chorillo Council in Ortega - Tolima.In this way, the conceptual relationship between oral history and the Tolima Indigenous Movement is sought. For the development of the article we proceed with the following methodology: 1) A hemerographic andbibliographical approach on oral history and decolonial thinking, 2) A documentary analysis around the Tolima Indigenous movement, and 3) the completion of an in-depth interview with previous contextualization. The result that was found is the strong and deeply hold that the indigenous communities have with the thoughtof Manuel Quintín Lame, and its political processes that have as axis the strengthening of the indigenous movement in the region.
Una Mirada Crítica Sobre el Proceso Político Del Movimiento Indígena Boliviano y su Apuesta en la Refundación del Estado
Las secuelas de un conflicto armado de larga duración no pueden sanarse de la noche a la mañana, aun cuando la sociedad en su imaginario colectivo carece de la maduración necesaria por pensar un país en donde la construcción de la paz provenga y sea impulsada por las comunidades desde y para los territorios.
La guerra propia o la guerra ajena vivida por las comunidades indígenas no es indiferente a esta situación tan estructural como lo implica la violencia en sus múltiples connotaciones, pareciera ser que la lógica de las élites tanto de izquierda como de derecha promovieran un ambiente marcado por la negación y la eliminación del “otro”, siendo así que parte de esta lucha por reconocer la dignidad y el respeto al ser “indígena” fue una consigna constante promulgada por el “indio” Manuel Quintín Lame en su proyecto mesiánico y liberador de los pueblos indígenas en Colombia.
En efecto, la fuerza del pensamiento de Quintín Lame conllevó a la generación de militancias, colectivos y grupos dedicados a la defensa de la raza, la vida, la tierra y el territorio en función de continuar la noción de la causa indígena en todas sus dimensiones. Un resultado concreto fue la emergencia a la esfera pública del Movimiento Armado Quintín Lame (MAQL) que ha sido considerado como la primera guerrilla indígena en América Latina.
Los cincuenta años del trasegar político de Quintín Lame se pueden reconocer como un tiempo coyuntural que posibilitó la discusión de nuevos temas y debates frente a la concepción sobre qué tipo de democracia existen y se ha impuesto a lo largo de la historia por parte de los sectores hegemónicos de la sociedad colombiana. Así pues, la cuestión de la autonomía, la defensa y la resistencia paso a ser un tema polémico que desbordo todo tipo de imaginario político cada vez pareciera ser que los pueblos indígenas demostraban su postura por construir zonas o comunidades alejadas del conflicto armado o por el contrario la necesidad de buscar las herramientas necesarias para garantizar su seguridad frente a la ola de violencia política y armada proveniente de distintos actores (gamonalismo, hacendatarios, paramilitares y guerrillas) esta serie de prácticas constituyeron una praxis que se identificaron con las necesidades de ir más allá de la disputa por el poder político y dejar en claro la postura pedagógica de paz proveniente de las comunidades en sus territorios.
Tal como sucedió con el pequeño grupo de indígenas Paez (Nasa) que en la década de los ochenta y noventa empezaron la organización de un movimiento que hiciera peso a la violencia de los terratenientes en el Cauca, y lograran impulsar la recuperación de tierras en el Norte de este departamento. Un aspecto que generó la construcción de un imaginario basado en una “guerra propia” a través de la creación de autodefensas étnicas nada extraño en la compleja historia del conflicto armado colombiano. Véase: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/informes/informes-2015-1/quin...
El departamento del Cauca se ha caracterizado por convivir en medio de la disputa por el poder y la acumulación de la tierra de forma prolongada, esto ha contribuido a la reproducción de enfrentamientos constante por parte de las guerrillas, los grupos paramilitares y los sectores tradicionales (terratenientes y latifundistas) orientados al dominio de los territorios. Por ello, la experiencia proveniente de la primera guerrilla indígena MAQL consistió en su naturaleza política de no buscar el poder sino garantizar la defensa de la vida, la tierra y el respeto a otros sectores sociales.
En últimas, el impacto estratégico generado por el MAQL tuvo una amplia conexión con la cosmovisión indígena procedente del Norte del Cauca, un elemento de empoderamiento social y político guiado por la recuperación de la identidad, la autonomía y la cultura de los Paeces que sumaron simpatizantes de otros grupos étnicos en la región, un gran antecedente que demuestra la vigencia del pensamiento descolonial, insurrector y crítico del “indio” Manuel Quintín Lame que por más de 50 años se mantiene y asume cada vez mayor aceptación para distintos grupos, colectivos y actores que consideran necesario y posible una sociedad en paz, democráticamente justa y humanamente posible al servicio de los más necesitados de la tierra de Macondo.
http://josecaperafigueroa.blogspot.mx/
Texto completo en Revista Otros Logos (ver)El giro decolonial en el estudio de las vibraciones políticas del movimiento indígena en América Latina
Eduardo Andrés Sandoval Forero y José Javier Capera Figueroa
Resumen
1
Este artículo de coautoría, forma parte del tema de investigación de tesis del alumno José Javier Capera
Figueroa, bajo ladirección del Dr. Eduardo Andrés Sandoval Forero para optar por el título de la Maestría
en Sociología Política del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora de la Generación XVI
(2016-2018), inscrita en el Programa Nacional de Posgrados de Calidad del Consejo Nacional de Ciencia
y Tecnología del CONACYT (México).
Doctor en Sociología, Maestro en Estudios Latinoamericanos, y Antropólogo Social. Miembro del Sistema
Nacional de Investigadores de México nivel II desde 1995. Profesor invitado de universidades de: Estados
Unidos, América del Sur, España e Italia. Fundador y Coordinador Académico de la Maestría y el
Doctorado en Educación para la Paz y la Convivencia Escolar. Investigador-Profesor del CIEAP,
Universidad Autónoma del Estado de México, Correo: forerosandoval@gmail.com
Politólogo de la Universidad del Tolima. Analista político y columnista del periódico el Nuevo Día
yRebelión.org. Maestrante del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora (México). Correo:
caperafigueroa@gmail.com - http://josecaperafigueroa.blogspot.mx/
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