A la memoria de Álvaro, por siempre
Roberto FOLLARI
Universidad Nacional de Cuyo
Argentina
Y caminábamos por Buenos Aires aquella noche, hará seis o siete años. Nos había tocado el mismo
hotel, de modo más o menos casual: y hacia allá nos dirigíamos desde el sitial del Congreso académico.
Bromeábamos porque las 14 ó 15 cuadras no parecieron pocas a nuestro cansancio de la hora. Allí Álvaro
dejó plasmada una vez más su conversación tan inteligente como tolerante, tan comprometida como abierta:
para hablar de Borges, de Rómulo Gallegos, del perfume de la noche o el talante de algún colega...
Es que, si algo lo caracterizó, fue la defensa de un compromiso ético con nuestras sociedades
latinoamericanas. Aquello ético que nunca dejó de hacer eco en lo político, ese espacio donde los
antagonismos son a menudo inevitables, y en algunos casos fecundos. Él sabía cómo abrir opciones, y los
proyectos editoriales que sucesivamente dirigió fueron siempre ejemplo de una amplia pluralidad, a la vez
que ella se sostenía sin renuncias en la orientación de defensa de los intereses de nuestros pueblos, y de los
más pobres dentro de ellos.
Su palabra pausada –que me había acompañado diariamente cuando su invitación a Maracaibo, no
pocos años antes-, se mantuvo hasta el final, no por prudente menos incisiva. Y su afecto presente en cada
texto, en cada mensaje, en cada detalle, no podrá abandonarnos.
No está su silueta para acompañar una caminata en algún sitial del continente, pero el espacio de su
ausencia se constituye como positividad viva, como recuerdo querido y valioso en quienes tuvimos el
privilegio de frecuentarlo.
Seguirás con nosotros en tus obras y en tus afectos, querido Álvaro
Muy querido amigo Álvaro
Walter Omar KOHAN
Universidad del Estado de Rio de Janeiro
Brasil
Quiero darle forma al título de este breve y sincero homenaje con una fórmula con la que siempre
empezaban las cartas / mensajes que recibía de Álvaro: “Muy querido amigo Walter”. Me sentía tan bien al
leer esos comienzos, tan querido, tan amigo, que casi siempre le respondía de la misma manera, tratando
de generar lo que Álvaro generaba en mí: “Muy querido amigo Álvaro” solían comenzar mis mensajes hacia
él.
Nos escribimos por última vez el día 3 de noviembre de 2018, apenas un par de semanas ante de que
el muy querido amigo Álvaro se nos muriera. Yo lo invité aquel día en nombre del comité organizador del XX
Congreso Mundial del ICPIC (Consejo Internacional para la Investigación Filosófica con Niñas y Niños) a
ofrecer uno de los pre-cursos del Evento. El ICPIC es la asociación mundial que nuclea personas que trabajan
en proyectos de investigaciones filosóficas con niñas y niños que tanta cautivaba a Álvaro y por el que tanto
trabajó.
Álvaro aceptó prontamente la invitación. Menos de media hora después de enviarle la invitación ya tenía
su respuesta positiva y dos días después una propuesta de programa del curso (que pondré como anexo a
este mensaje). El Congreso tendrá lugar en la UNIMINUTO, en Bogotá, entre el 22 y 27 de julio de este año,
lamentablemente sin su pre-curso, sin la presencia física de Álvaro, pero de alguna forma estará muy
presente y a él será dedicado el Congreso.
En ese mensaje de noviembre último, Álvaro también me contaba de los recientes momentos
inmerecidamente difíciles de su dilatada trayectoria académica, la no renovación del contrato por la
Universidad de La Guajira... pero siempre en sus mensajes había lugar para el entusiasmo y en este caso
me compartía su proyecto de trabajo en un internado indígena de nombre Aremasaín, para trabajar en la
formación de maestros rurales pedagogías interculturales. Parecía muy animado con el proyecto.
Terminaba su mensaje compartiendo un sentipensar: “Y, sí, efectivamente, las cosas en NustrAmérica
están muy complicadas socio-políticamente...” antes de su siempre entrañable saludo: “Un abrazo, en
afectos, Álvaro”.
Eso era Álvaro: un manojo de pensamientos y sentimientos que se expresaban siempre entrelazados y
comprometidos con esta tierra que nos da tanta vida y también se nos lleva tanta vida. Como la inmensa vida
de Álvaro, que se ha terminado demasiado joven. Me siento privilegiado de haber compartido su humanidad,
siempre generoso, siempre atento, siempre reflexivo. Tuve el honor, la suerte y la alegría que me dedicara
un número especial de la revista Entretextos (2016-2, n. 19). Nos encontramos en muchos encuentros, en
varios países de nuestra América. Lo recuerdo siempre sonriendo, amable, solidario. Así sigue estando en
mí, sentipensando, afirmando una manera singularmente única e inspiradora de andar por este mundo.
Aquí en la posdata, entrego el programa del curso que iría a ofrecer el próximo mes de julio. El título lo
dice todo: “La felicidad en el aula”. Parece que fuera un curso dedicado a él mismo.
Rio de Janeiro, 20 de enero de 2019